domingo, 12 de agosto de 2018

Infección Urinaria y Demencia en Ancianos

Si algo tienen los procesos de demencia es que por más esfuerzos que hagamos, no se detiene el deterioro.  Puede ser más lento, pero no se detiene y mucho menos se revierte.  Y eso es quizá una de las cosas más difíciles de manejar.  

No hay la esperanza de que la persona vaya mejorando y disminuya el esfuerzo que requieres para cuidarlo porque cada día va perdiendo facultades.  Es como tratar de sostener un dique a punto de ceder.

Cada día, tu ser querido va necesitando un poco más de ti.  Y a veces hay un salto, un avance repentino de la enfermedad, y de la misma manera inmediata, necesitas aprender nuevas formas para poder atenderlo y atenderte a ti. 

Se pueden presentar enfermedades dentro del proceso de enfermedad que es la demencia.  Un ejemplo de ello son las infecciones urinarias o respiratorias.  Hoy me voy a referir a las infecciones urinarias.

Quiero compartir esta experiencia porque las infecciones urinarias, en el caso de personas mayores y en este caso con algún tipo de deterioro cognitivo (demencia vascular, alzheimer, parkinson etc.), son algo que es difícil de identificar e incluso de manejar.   

Si bien cuando somos jóvenes las infecciones urinarias son sencillas de detectar porque los síntomas son claros, como el ardor, el mal olor de la orina, dolor al orinar o fiebre, en el caso de personas mayores con deterioro cognitivo, estos síntomas no se presentan de la misma manera.





Cuando un anciano tiene infección urinaria, lo que vamos a "ver" son cambios en la conducta.  Vamos a notar que se agudizan algunos de los problemas tales como:  


  1. Agresividad hacia los demás, 
  2. Confusión, 
  3. Intranquilidad o ansiedad, 
  4. Dolor (en el caso de mi mamá le aumentaron los dolores en las articulaciones y experimenta dolores musculares), 
  5. Cansancio y apatía, 
  6. Algunas alucinaciones, 
  7. Malestar general (podrías pensar que agarró un virus), empeoramiento de la incontinencia de costumbre,
  8. Dificultad para realizar las actividades de la vida cotidiana, 
  9. Desgano para hacer cualquier actividad, 
  10. Mal humor, 
  11. Dificultad para dormir.  
Pudiera parecer que la infección aparece "de la noche a la mañana", cuando en realidad es un proceso progresivo, por lo cual resulta difícil de diagnosticar.  Los síntomas de comportamiento van apareciendo paulatinamente, sin que sepamos qué es.  En mi caso me preguntaba que podía estar pasándole a mi mamá e incluso fuimos al geriatra porque ella misma decía que "ni yo misma me aguanto".  

En esta ocasión, no le hice los exámenes antes de ir al médico y como no había ninguna otra cosa, el médico tampoco nos lo pidió.  Pasaron tres semanas y un buen día amaneció mi mamá postrada en la cama sin poder hablar, sin poder coordinar los movimientos de manos y piernas, sin poder sentarse derecha, sin poder comer sola, sin poder ponerse de pie y mantenerse de pie, sin poder caminar, totalmente desorientada, con la mirada perdida.  En fin, parecía que hubiese tenido una especie de infarto en el cerebro, y de pronto, al final del día le dio algo de fiebre.  Sólo en ese momento fue que me di cuenta que podía ser una infección.  

Por supuesto, de una vez procedimos a hacerle los exámenes de sangre y orina.  Aquí me quiero detener un poco porque la experiencia fue  bastante dura.  Con el examen de sangre no hubo ningún problema, pero con el de orina, fue imposible tomarle la muestra.  Como parte de esta misma situación del cambio en la conducta, y producto seguramente del malestar, durante todo el día se negó a orinar en la poceta portátil con recipiente.  

Esto lo menciono porque en conversaciones con otras cuidadoras, compartieron conmigo que les había pasado lo mismo con la toma de la muestra de orina.  

En este caso, en el examen de sangre salió que había un infección y los síntomas del mal olor y el color oscuro de la orina eran tan evidentes, que el médico entonces procedió a mandarle un tratamiento para la infección urinaria.

Apenas le dimos la primera toma, a las 12 horas comenzaron algunas mejorías y a las 24 horas era notoria la recuperación.  Comenzó a hablar, a abrir los ojos, a tener un poco más de fuerza en el cuerpo, disminuyó un poco la confusión, comenzó a sentarse un poco más derecha...

Esto no quiere decir que ya todo esté resuelto.  El tratamiento es necesario cumplirlo el número de días que indique el médico.  

Recuperación

Si bien, los síntomas van cediendo y la persona mayor va mejorando de manera sostenida, en la fase de recuperación puede suceder, como en el caso de los niños cuando se están recuperando de una enfermedad menor, que el anciano quiera que le sigan dando la comida en la boca, que le cambien los pañales en la cama sin tener que ir al baño, que lo complazcan con la comida, se puede hacer el que todavía no puede caminar o valerse por sí mismo.  Es decir, que como los niños, se ponen malcriados.  

Es muy importante darnos cuenta de que esto también tiene que ver con nosotros, porque en la medida que sentimos alivio porque está mejor, y vamos superando el miedo que nos dio creer que tenía un retroceso violento de la enfermedad de demencia, también somos menos firmes y estamos más expuestos a que nos manipulen.

La primera vez que pasé por este proceso con mi mamá, estuve un poco más de un mes dedicada por entero a su recuperación, entre otras cosas por todas esas situaciones de malacrianza y manipulación.

Esta segunda vez, para mí, seguramente producto de la primera experiencia, fue obvia la manipulación para conmigo, sobre todo con el tema de ir al baño caminando y con la comida.   

A mí en lo particular la malacrianza y la manipulación me producen mucha molestia y me resulta muy desgastante, sobre todo porque en esta situación, vienes de varios días cargando a la persona, sosteniéndo todo su peso porque no se puede sentar, cargándola para llevarla al baño, sin poder dormir bien y otras situaciones que producen desgaste físico y emocional.  

Esta vez logré mirarme y darme cuenta de cómo yo misma estaba siendo cómplice de esta manipulación.  Fue muy obvio.   Pude ver cómo al llegar a su habitación ella estaba con las piernas cruzadas viendo televisión, animada, contenta.  No habían pasado 10 minutos y comenzó con los malestares, el desánimo, etc.  Hablé con la cuidadora y me manifestó, al igual que la Hermana del ancianato, que mi mamá estaba muchísimo mejor y que estaba alegre.

Esta vez tomé la decisión de no exponerme a situaciones como el cambio de pañal, el baño o la comida.  Me puse de acuerdo con la cuidadora para que mientras dure la recuperación de mi mamá, ella sea quien se ocupe de las actividades cotidianas de baño, etc. aunque yo esté ahí.  Como decía mi abuela, "mapurite sabe a quién pee".  

Hoy comienzo a probar esta forma diferente de manejar la recuperación de mi mamá de un evento de infección urinaria, en la cual ella seguramente se recuperará más rápido al no tener manera de manipular para seguir como la "viejita enferma" y al mismo tiempo me cuido yo del desgaste que me produce seguir atendiéndola como si aún estuviéramos en emergencia.

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