miércoles, 20 de febrero de 2019

Ser Cuidador Familiar en Venezuela

De nuevo sin cuidadora para mi mamá.  La que tenía duró un poquito más de un mes.  Desde un comienzo pude darme cuenta que no tenía interés, pero lo difícil de la situación me obligó a dejarla a pesar ello.  Un mes en el que faltó la mitad del tiempo. 


Ser cuidadora familiar en Venezuela es una misión titánica. 

Sumado a la enfermedad, la situación país agrava todo a la enésima potencia, por la hiperinflación, la escasez de medicamentos, alimentos, agua (imagínense atender a una persona con incontinencia cuando no hay agua), pañales, centros de cama, toallas para la incontinencia, falta de transporte, escasez de gasolina y pare usted de contar.   

Siempre rogando a Dios que no se enferme, porque buscar medicamentos, llevarla al médico o a una clínica es una verdadera tragedia, no sólo económica, sino emocional, mental y física para ambas partes, ya que las clínicas también sufren por la situación.

Y a todo esto se suma el deterioro de los valores y sus implicaciones, tanto en la dificultad para conseguir una persona de confianza, que no “desaparezca” las cosas y quiera de corazón y con compromiso desempeñarse como cuidadora, como en el abandono de muchos familiares (y no es necesariamente que se hayan ido del país) que dejan a su suerte a sus adultos mayores.

No hay manera que alguien que no esté viviendo esta experiencia, pueda siquiera imaginarse la magnitud de la dificultad que esta situación produce mí como cuidadora familiar.  

El agotamiento está a la orden del día, el cambio de planes diariamente, la disminución de las horas en las que puedo trabajar, ya sea porque me toca atender a mi mamá más de lo previsto o porque ando buscando remedios, comida, centros de cama, toallas para incontinencia, agua (para cuando no hay agua en el ancianato). 

Ir a terapia es un “must”, ya que de lo contrario no sobreviviría a este ritmo de exigencia.

El dolor en mi hombro derecho se mantiene.  Tal como me dijo la traumatóloga hace unos meses: Con fisioterapia vas a mejorar, pero mientras se mantenga la situación de cuido, no va a desaparecer.  Así que he asumido ese dolor, que mejora por momentos y otros se vuelve insoportable, como parte de mi realidad actual.

En estos días, buscando qué hacer para divertirme con mi mamá, se me ocurrió que podíamos jugar “Stop”, con una variante: en lugar de cada una buscar el Nombre, Apellido, Color, Animal y Ciudad y competir a ver quién termina primero, lo jugamos de manera colectiva y entre todos vamos dando sugerencias para cada renglón hasta que lo completamos.  La intención es que mi mamá ejercite su memoria y yo, de paso aprendo a bajarle dos a la competencia. 

Hoy, de nuevo, me toca suspender mis programas de radio para cuidar a mi mamá, ya que la cuidadora a las 10 de la noche de ayer me informó que no asistirá.  

Me preparo para salir y afrontar un día más de cuido en esta Venezuela que nos exige cada día, hasta lo que no podemos dar, con la confianza de que en el camino juntamos fuerzas con otros que están dispuestos, y entre todos superaremos la situación y construiremos una Venezuela sana, prospera, libre democrática, con valores, en la que los adultos mayores y sus familiares sean atendidos y puedan vivir de manera digna.



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